Lenguas de Asia Meridional
Esta sección intenta, a través de varias páginas, presentar un panorama bastante completo de las lenguas habladas en la India y países vecinos, los que integran una región culturalmente distintiva, llamada Asia del Sur y, también, subcontinente indio para subrayar su autonomía geográfica. La parte inicial de la primera página, mediante la ayuda de un mapa y tablas, muestra la distribución en la actualidad de las varias familias lingüísticas y de las lenguas más importantes en cada uno de los países. La segunda parte las sitúa en un contexto histórico. Las páginas subsiguientes exploran cada familia en detalle incluyendo descripciones tanto de lenguas vivientes como extintas. El plan consiste en lo siguiente:
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1.Lenguas de Asia Meridional:
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6.Munda
Situación Actual
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Indoeuropeas
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a) Indoarias o Índicas
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b) Iranias
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c) Nuristani
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Dravídicas
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Tibeto-Birmanas
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Austro-Asiáticas
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Inclasificables
La familia Indoeuropea es hoy mayoritaria (80% de la población) abarcando casi todo el norte y centro de la región. Le sigue en importancia la Dravídica (17%), confinada en gran medida a los cuatro estados meridionales de la India y al noreste de Sri Lanka. La Tibeto-Birmana (1,2%) se distribuye, en cambio, en una franja del extremo norte y este del subcontinente siendo la predominate en Bhután. Finalmente, la Austro-Asiática (0,8%) ocupa bolsillos dispersos en el noreste de la India. La siguiente tabla indica la distribución de las familias lingüísticas en cada uno de los países de Asia meridional figurando para cada una el número de hablantes (en millones) y entre paréntesis su porcentaje respecto a la población total.
Lenguas con mayor número de hablantes (Datos estimados 2009)
En esta tabla se listan las lenguas de cada país ordenadas por número decreciente de hablantes (en millones) y clasificadas por familia. Entre paréntesis figura la contribución porcentual de cada lengua respecto al número total de hablantes de cada país.
India
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Hindi1 491 (41,0)
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Bengalí 97 (8,1)
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Telugu 89 (7,4)
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Maratí 84 (7,0)
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Tamil 72 (6,0)
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Urdu 60 (5,0)
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Gujarati 54 (4,5)
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Kannada 44 (3,7)
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Malayalam 39 (3,3)
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Oriya 38 (3,2)
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Panjabi 33,5 (2,8)
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Asamés 16 (1,3)
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Santali 7,5 (0,6)
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Cachemir 6 (0,5)
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Gondi 3,2 (0,3)
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Sindhi 3 (0,25)
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Konkani 2,8 (0,23)
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Kurukh 2 (0,17)
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Tulu 2 (0,17)
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Meithei 1,8 (0,15)
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Bodo 1,7 (0,14)
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Khasi 1,3 (0,11)
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Mundari 1,2 (0,1)
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Ho 1,2 (0,1)
1. Las cifras del Hindi incluyen las de Maithili y Bhojpuri
Pakistán
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Panjabi 99 (54,7)
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Pashto 27,8 (15,4)
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Sindhi 25,5 (14,1)
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Urdu 13,7 (7,6)
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Baluchi 6,5 (3,6)
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Brahui 2,2 (1,2)
Bangladesh
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Bengalí 160 (98,8)
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Birmano 0,3 (0,2)
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Urdu 0,25 (0,15)
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Santali 0,18 (0,1)
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Garo 0,15 (0,1)
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Kurukh 0,1 (0,1)
Nepal
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Nepalí 14,7 (50,2)
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Otros índicos 9,5 (32,4)
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Tamang 1,4 (4,8)
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Newari 0,9 (3,0)
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Magar 0,8 (2,8)
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Sri Lanka
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Cingalés 16,3 (80,7)
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Tamil 3.9 (19,3)
Bhután
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Nepalí 0,2 (28,6)
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Dzongkha 0,17 (24,3)
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Tshangla 0,16 (22,3)
Maldivas
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Divehi 0,3 (99,9)
Panorama Histórico
El hombre moderno arribó a la India decenas de miles de años atrás proveniente, en última instancia, del África. Sus herramientas continuaban siendo de piedra, no muy diferentes de las de sus predecesores homínidos, pero numerosas evidencias sugieren que su cerebro había desarrollado la capacidad para el pensamiento abstracto y simbólico, condición imprescindible para el habla. Podemos suponer, entonces, que estos primeros hombres podían comunicarse por medio de la palabra, pero es imposible saber que lenguaje empleaban ya que la tasa de mutación del mismo es demasiado rápida como para que alguna huella del suyo hubiera persistido en los actuales o en los documentos escritos. Lo más lejos que podemos remontarnos es, quizás, unos diez mil años. La clave para poder dar ese salto atrás en el tiempo se encuentra en las llamadas “poblaciones tribales” quienes moran todavía en los bosques y colinas de la India practicando una agricultura primitiva. Muchas son, probablemente, descendientes de cazadores-recolectores de fines del paleolítico y varias de las situadas en el norte y en el este del país hablan una veintena de lenguas del grupo Munda, el que pertenece a la familia Austro-Asiática prevalente en algunas áreas de China meridional y del sudeste de Asia. Se puede conjeturar, por lo tanto, que poblaciones Munda habrían abordado el subcontinente por el nordeste, migrando más tarde algunas tribus hacia el oeste por la llanura aluvial del Ganges mientras que otras habrían descendido hacia el centro del país. Aparte de las Munda, hay en la India algunas lenguas completamente aisladas, inclasificables, dispersas en su vasto territorio (Burushaski en el noroeste de Cachemira, Nahali en Madhya Pradesh y Maharashtra, por ejemplo), fósiles quizás de otras migraciones aún más arcaicas y testimonio de la permeabilidad de la India, a pesar de algunas formidables barreras naturales, al aporte directo de pueblos extranjeros desde muy temprano.
Una tercera familia lingüística presente en la India es la Dravídica, confinada hoy en gran medida al sur, cuyo miembro más destacado es el Tamil. En la antigüedad los drávidas deben haber ocupado un territorio mucho mayor que el actual como lo sugieren trazas de su lengua detectables en el Rig Veda, el documento sánscrito más antiguo, datable de mediados del segundo milenio cuando los arios no habían sobrepasado todavía el noroeste del país. Esta hipótesis se ve reforzada por la supervivencia de algunas lenguas dravídicas “menores” en el centro de la India y, sobre todo, por la de otro miembro de la familia, el Brahui, en la región de Baluchistán, en Pakistán. Fuera del subcontinente, las lenguas dravídicas carecen de parientes cercanos aunque se ha especulado sobre una posible relación genética con la familia Uraloaltaica. Otra hipótesis, criticada por muchos expertos aunque plausible desde el punta de vista arqueológico, sugiere una conexión con el Elamita, una lengua extinta del sudoeste de Irán cuyos vestigios escritos se remontan al tercer milenio. Complica aún más la cuestión nuestra persistente ignorancia de la lengua hablada por los habitantes de Harappa, la primera civilización urbana del subcontinente, no pudiendo descartarse que esta fuera Protodravídica. La restricción actual de las lenguas Dravídicas al sur de la India es, por otra parte, fácilmente explicable como resultante de la conquista del país por los autores del Rig Veda.
El idioma de los primeros indoarios era una forma arcaica de Sánscrito, llamado védico en alusión a sus libros sagrados, los Vedas. El Sánscrito pertenece a la gran familia Indoeuropea integrada por casi todos los idiomas europeos y por la mayoría de los de Irán (rama Irania) y de la India (rama Índica). Todos derivan de un hipotético precursor común, el protoindoeuropeo, hablado por pueblos cuyo hogar original es motivo de muchos debates aunque probablemente ubicado en el área situada entre el Mar Negro y el Mar Caspio. De ahí habrían iniciado un éxodo paulatino en diversas direcciones. Uno de esos grupos migratorios, los indoiranios, abordaron la meseta iraní por el norte, para dividirse más tarde en dos: los iranios esparciéndose por Irán y los indoarios entrando a la India por el noroeste. Ambos pueblos produjeron una rica literatura religiosa, transmitida oralmente, durante muchas generaciones, recopilada en el Avesta de los primeros y los Vedas de los segundos.
Curiosamente, no todos los indoarios se dirigieron a la India, tomando algunos un rumbo muy diferente para instalarse en el norte de Siria, en el reino de Mitanni, alrededor del 1.500 aC. Como era usual en el antiguo Medio Oriente, el gobierno de Mitanni archivaba sus documentos en tabletas de arcilla y, aunque los archivos originales no han sido encontrados todavía, parte de su correspondencia diplomática se halló en bibliotecas hititas y egipcias. Gracias a estos documentos, se sabe que el Hurrita, la lengua mayoritaria de Mitanni, de origen no indoeuropeo, incluía vocablos técnicos y nombres propios indoarios entre los que se contaban los de varios soberanos y de dioses tales como Mitra, Varuna, Indra y los Asvins. Aparentemente, aprovechando su maestría en el uso del caballo y del carro de guerra los indoarios lograron una posición dominante en el seno de una etnia diferente. Con el colapso de Mitanni a manos de los hititas en el 1.300 aC, su rastro se pierde para siempre en esta región.
Al Sánscrito arcaico o védico del segundo milenio y comienzos del primero, le sucede el Sánscrito posvédico o clásico (ambas pertenecientes a la rama Índica antigua) cuyas reglas fijó definitivamente la concisa y magistral gramática de Panini en el siglo IV aC. El Sánscrito se convierte, entonces, en una lengua muerta, como el Latín, con funciones exclusivamente religiosas y literarias. Como vehículo de comunicación cotidiana había sido ya reemplazado por los Prácritos del Índico medio. Mientras que sánscrito significa refinado o perfecto, prácrito significa natural, vulgar. Estos términos señalan una dicotomía acentuada entre el lenguaje litúrgico y literario y el habla popular no constreñida por barreras dogmáticas o estéticas. Los prácritos eran, en efecto, un conjunto de lenguas en rápida mutación, progenitoras de la mayoría de los idiomas modernos de la India. Hacia fines del primer milenio de nuestra era serán suplantados por los numerosos dialectos regionales premodernos, ancestros directos de lenguas tales como Hindi, Bengalí, Maratí, Gujarati y Oriya, entre otras (Índico moderno).
Aparte de estas tres familias lingüísticas (Austroasiática, Dravídica, Indoeuropea), la Tibeto-Birmana ocupa una posición periférica prevaleciendo en los extremos norte y este del subcontinente debido a la influencia de países limítrofes. El vigor del pueblo y la cultura tibetanos permea las lenguas de los Himalayas que proliferan en Bhután y el norte de Nepal mientras que una variedad de lenguas, aún poco estudiadas, emparentadas en su mayoría con el Birmano, se distribuye por el noreste de la India y áreas aisladas de Bangladesh.
Asia meridional puede desconcertarnos hoy por la pluralidad de sus lenguas, el resultado de una tendencia centrífuga explicable, en gran medida, por cuatro factores: el influjo de pueblos de distintos orígenes, la dispersión de poblaciones en un territorio muy vasto, la falta de unidad política de la región a lo largo de casi toda su historia y, finalmente, el predominio de la oralidad sobre la escritura hasta los tiempos modernos. A esta fragmentación lingüística se le opuso una corriente centrípeta encarnada en lenguajes unificadores. El primero de ellos fue el Sánscrito que tuvo desde comienzos del primer milenio de la era común un rol de lingua franca en la administración y como medio de comunicación erudito. Luego, el Persa y el Hindustani (ancestro directo de los muy similares Hindi y Urdu) desempeñaron ese papel. Más tarde, fue el turno del Inglés. Después de la independencia, se ha intentado, con éxito parcial, postular al Hindi como idioma nacional de la India reservando al Urdu un rol similar en Pakistán.
© 2009-11 Alejandro Gutman
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